Donde no hay ley, no existe orden, básicamente esto es un principio del Creador del universo---Dios. No es que en el principio no hubiese ley, sino que ésta estaba implantada secretamente en la inocencia de Adán y Eva. Ellos trajeron orden a la tierra, y como la historia confirma, trajeron caos, también.
Dios contempló una reparación temporera, dándoles una segunda oportunidad, no sin antes decretar las consecuencias de su rebelión, que causó tal tragedia.
Por mil quinientos y tantos años, el Creador esperó pacientemente. En Enoc, séptimo desde Adán, Dios tomó su primer alivio y descanso, caminando con él. Pero como Enoc habrían pocos, y tres generaciones más tarde, Dios tendría que contemplar la posibilidad de la destrucción de toda vida terrestre, incluyendo la del hombre.
El décimo desde Adán, halló gracia ante Dios, y por Noé se salvaron siete personas más. El resto de la raza humana pereció en las aguas del abismo. Cuando no hay ley, no hay orden.
Aun así, el Creador del universo, tendría que esperar once generaciones más, para poderles confiar, otro pacto más. El arcoíris en el cielo, fue solo el primero de varios intentos de Dios. En Abraham, veintiunoavo desde Adán, Dios encontraría un monoteísta verdadero. De manera que, tendrían que pasar tres grupos de siete generaciones, desde Adán, hasta que Dios volviese a contemplar (en Abraham), la restauración de todas las cosas.
Además, tendrían que pasar otras catorce generaciones, hasta que Dios volviera a pactar con un hombre, a la manera que lo hiciera con Abraham. Pero antes de pactar con el tal, quien fuese David, Dios tuvo que pactar con un pueblo, Israel. Y para esto, levantó un gran libertador, Moisés, a medio camino entre Abraham y David, quien les mostraría la ruta de la salvación.
Es aquí precisamente, en este punto, al pie del monte de Dios y por medio de Moisés, donde el Creador del universo pacta por primera vez con un pueblo separado para él, y les da, las instrucciones de La ley.
Y les dio la ley de las obras, pues dijo: “Haz esto y vivirás…” La intención sería que algún día esta ley se escribiese en el corazón de todo ser humano que creyese en él. No obstante, pasaría mucho tiempo; treinta y cinco generaciones más, después de Moisés, para que esto aconteciese.
¿Por qué mencionar generaciones? Porque desde Adán hasta David, hubieron treinta y cinco generaciones, y desde Moisés hasta Cristo, otras treinta y cinco. Para un total de 70 generaciones incluidas (interpoladas). Sin embargo, al contar todas las generaciones desde Adán, hasta Cristo, solo aparecen 63 generaciones (21 hasta Abraham + 14 hasta David + 28 hasta Cristo = 63) Le añadí una interpolación de 7, desde Moisés a David que se cuenta dos veces, para sumar 70, pero que sirve para ilustrar el hecho, que si Dios toma en cuenta 70 generaciones entre Adán, Moisés, David y Cristo (interpoladas), hay un 7 que está escondido y que todavía falta por cumplirse.
Escribiendo ya no de generaciones, el profeta Daniel habla de 70 semanas de 7 años cada una, cuando se cumpliría (en esencia) el propósito de restauración de todas las cosas. Según Daniel, todas las semanas se han cumplido, menos una, que está escondida en el tiempo de Dios. Bíblicamente se puede comprobar, de la manera que Enoc es séptimo desde Adán, que Cristo es el número 63 desde Adán. Otra vez, faltaría un 7 para cumplir las 70, y el misterio de Cristo es lo único que hace posible que la ecuación del número 70 cuadre.
No es la intención de este comentario explicar todo el simbolismo bíblico del número siete, 70, múltiplos de 7, etc., que aparece en la biblia, pero si apuntar al hecho que en el número siete sí existe orden, cuya explicación tomaría otra sección. Nada más por el hecho de pensarlo, considera: en el descanso semanal, o cuantas veces hemos de perdonar, la Semana 70, los días de la semana, los candeleros, lámparas y ojos, cautividad del pueblo, en fin, es mucha la evidencia, pero no es el tema principal de esta sección. Esto es solo para ilustrar un punto: Que sin ley no existe orden, y sin orden no hay ley.
Por esto en el Sinaí, Dios estableció La ley (la instrucción), y en Cristo, estableció el orden de todas las cosas. De la manera que estableció La Instrucción en el monte, y más adelante los selló en Gilgal, donde corrieron los prepucios, con la marca de la circuncisión; treinta y cinco generaciones después, Dios establecería en otro monte, la ley de la fe por Cristo Jesús, y el sello de la circuncisión del corazón por medio del Espíritu Santo de Dios. La experiencia de Pentecostés es el Gilgal del verdadero creyente, solo así podrá entrar y conquistar la tierra prometida. Moisés fue el punto de interpolación con el número 7, en esta ecuación, Cristo le puso el orden y le dio el resultado perfecto conforme al corazón del Matemático del universo.
¿Qué tiene que ver todo esto con el título de esta sección? Precisamente todo. Porque el verdadero cristianismo tiene ley y tiene orden. La ley es la ley de la fe, porque la obra que este tiene que realizar (haz esto y vivirás), sigue siendo la obra de Dios, y el orden a seguir, lo establece el Espíritu Santo circuncidando el corazón sellándole para la obediencia.
No es que la fórmula que estableció Moisés en el primer monte ya no funcione, lejos de la verdad esté decir tal cosa, sino que lo que ocurrió en el segundo monte, por el segundo y final mediador, esto es, Cristo, hizo posible que la función númerica de la ecuación realizada, se completara en toda persona que la quisiera, ya que en Moisés no pudo ser realizada (oh si nuestros amados judíos entendieran esto). La ley tiene que estar escrita en el corazón de todo creyente, y el sello de la circuncisión manifestado en todos los aspectos de su vida.
El verdadero cristianismo no tiene que mirar hacia atrás, y establecer otra vez lo que se estableció en Sinaí, sino proseguir hacia adelante, como hizo Moisés, como mirando al Invisible. La ley de la fe y el sello del Espíritu es todo lo que Dios demanda de nosotros para llegar a la tierra prometida. Haz esto y vivirás…se perfecto, como Dios es perfecto, y obedécele en todos tus caminos y tu salvación estará segura. Este artículo fue republicado de hace 10 años atrás.